Semiótica, Hermenéutica y Semántica
Existen
dos principales tradiciones teóricas de la semiótica, la sajona y la europea.
Ya desde 1966 en el Congreso de Semiótica de Urbino -su capital mundial- se determinó que en adelante el nombre general será Semiótica, ya
que no son pocos los equívocos frente al concepto de Semiología. La semiótica contemporánea posee vitales perspectivas de estudio y
aplicación como argumenta al respecto
Jofré (1997):
La semiótica es una inspiración de la
filosofía moderna, inspirada en el conocimiento del lenguaje humano y la
percepción acompañada por la apreciación de la semiosis y los procesos de
significación que se incorporan al universo humano y al físico. También tiene
la convicción la semiótica de que todos los fenómenos sociales y culturales
tienen significado. La semiótica se propone como un proceso de comprensión de
la experiencia humana misma mediada a través de signos, la semiótica podrá
establecer afirmaciones acerca de los modelos del mundo, apuntando de esta
manera a la relación entre los métodos (Durand,
1971) de indagación y las estructuras del ser (…) La semiótica es una
empresa multidisciplinaria unificadora de líneas de pensamiento que enfoca
diferentes tipos de estructuras, desde el punto de vista de la doctrina del
signo y también es una filosofía de la mente. La cognición para la semiótica es
una semiosis. En las tres últimas generaciones, en el último siglo, la
semiótica ha tenido un gran desarrollo, y se ha concluido en que primero el ser
humano tuvo una imaginación simbólica en su historia, luego una imaginación
emblemática y finalmente ahora, una imaginación semiótica (p.7-9).
Peirce
concibe el signo como una relación tríadica, como un “un primero que remite a
un segundo, gracias a la mediación de un
tercero”, categorías definidas como primeridad,
segundidad, y terceridad. Lo ontológico propio de todo cuanto existe - ser- es
aprehendido semióticamente. Los tres términos constitutivos del signo
[estructura tríadica], indisolublemente unidos y con igual grado de
importancia, son nombrados, así: 1.el representamen;
2, el objeto; 3.el interpretante (Tobón, 2004).
Ahora
bien un signo tiene, como tal, tres referencias: primero, es un signo a algún pensamiento que lo interpreta;
segundo, es un signo para algún
objeto al cual en ese pensamiento es equivalente; tercero, es un signo, en algún respecto o cualidad, lo cual lo
trae en conexión con su objeto, Peirce (citado en Macnabb, 2002).
La definición del signo como un ente
complejo, va impedir que se reduzca su estudio a aspectos puramente formales,
si bien la formalización siempre va a estar presente como una dimensión
necesaria (…) El signo se entiende y se define, por ende, como una “relación
tríadica que establece desde sí mismo al tomar el lugar de un objeto para un
pensamiento interpretante” Restrepo (citado en Tobón, 2004) (…) Por
definición, el signo es un ser siempre
incompleto que requiere de otro signo mediador o interpretante que va
enriqueciendo su significación de manera inacabada. El signo nace cuando
establece una primera relación con la realidad, pero no muere ahí. Esto
justifica el proceso indefinido de la interpretación, que es, justamente, el
trabajo de desciframiento del sentido que reivindica la hermenéutica (Tobón, 2004).
Los modelos elaborados en el ámbito de la lingüística sirvieron
y siguen sirviendo a la semiótica como modelos de base: la dicotomía primordial
saussuriana con la que la lingüística inicia su ruta científica, es la de lengua/habla,
prolongada por Hjelmslev en la de sistema/proceso; el modelo del signo,
elaborado por Saussure y proyectado por Hjelemslev a todos los ámbitos del
sentido como plano de la expresión y plano del contenido,
abiertos internamente en materia de la expresión y forma de la expresión, en materia
del contenido y forma del contenido, superando con ese modelo el viejo y
anquilosado esquema de «forma» y «fondo»; el modelo de paradigma/sintagma,
o más ampliamente paradigmática y sintagmática de la lengua, que
es extensible a todos los sistemas de signos y a los discursos que se
construyen con ellos; el modelo de denotacion/connotación; el modelo de lenguaje-objeto/metalenguaje,
etc (…) Greimas recurre a Merleau-Ponty y a su «fenomenología de la percepción»
para elaborar la noción de sema figurativo; pero son las nuevas
orientaciones de la semiótica tensiva las que más provecho obtienen de la
fenomenología. El análisis del discurso en acto tiene que indagar
primero la presencia de estesis en el campo discursivo; las «estesis»
son esos momentos en los que surge la fusión entre el sujeto y el mundo
sensible. La estesis proporciona el anclaje metodológico al acercamiento
fenomenológico, puesto que se presenta en el texto como un encuentro con las
«cosas mismas» -Husserl- (…)Pero toda «estesis» requiere una entidad que
«sienta», y esa entidad que siente es el «cuerpo propio», categoría semiótica
que J. Fontanille define como «la forma significante de una experiencia
sensible de la presencia» (J. Fontanille). La categoría de la presencia es
tomada igualmente de la fenomenología. La presencia es la propiedad mínima de
la instancia de discurso, y la entidad mínima de la instancia de discurso es de
nuevo el «cuerpo propio» (otra noción fenomenológica) (…) También la
filosofía clásica aporta elementos decisivos a la nueva semiótica tensiva. De
Kant (Crítica de la razón pura) procede el modelo del esquematismo,
que el filósofo alemán elaboró para explicar las correlaciones que se
establecen entre la imagen y el concepto. El esquema de los
conceptos sensibles (como figuras en el espacio) es concebido por Kant «como un
producto de la imaginación pura a priori, por medio del cual y a partir
del cual, las imágenes son posibles y pueden ser enlazadas con los conceptos
que ellas designan». La semiótica tensiva, conducida principalmente por Cl.
Zilberberg y J. Fontanille (Tensión y significación) incorporan el
esquema kantiano, transformándolo en esquema tensivo, el cual permite
explicar la gradación continua de las valencias de intensidad y
de extensidad que dan origen a los valores del campo tensivo (Blanco, 2006).
El lector pudo percatarse de la
referencia a la hermenéutica y es que el proceso semiótico, como campo
extendido de progresión analítico-sígnico, se apoya en diferentes disciplinas,
saberes o teorías. Tobón (2004) explica la importancia de la unión entre
semiótica y hermenéutica:
El
proceso hermenéutico como tal es la esencia misma del proceso semiótico. No se
puede concebir la tarea interpretativa por fuera de la definición misma de la
significación, pues esta entraña, además del dispositivo formal –representamen-
y del mundo real con el cual se articula y del cual hace referencia -objeto-,
el interpretante, que en tanto mediación de un tercer componente sígnico,
remite a un proceso inacabado de interpretación: la semiosis. La disociación entre semiótica y
hermenéutica, aparece solo allí donde se restrinja el objeto de la semiótica al
campo de lo inmanente, de lo formal, y formalizable, lo cual ocurre, por lo
general, en los modelos de corte estructuralista y en ciertas formas de
difusión del saber semiótico (p.11).
No precisamos expresar la jerarquía
o preponderancia entre una y otra disciplina, como lo hace aproximadamente Paul Ricoeur (1995), en su
lúcida obra Teoría de la Interpretación:
discurso y excedente de sentido, expresando las diferencias entre la
semántica y la semiótica:
(…) legitimar la distinción entre semiótica y
semántica como las dos ciencias que corresponde a los dos tipos de unidades
características de lenguaje: el signo y la oración. Más aun estas dos ciencias
no solamente son distintas sino que también reflejan un orden jerárquico. El
objeto de la semiótica, el signo, es meramente virtual. Solamente la oración es
real en tanto constituye el mismo acontecimiento del habla. Por eso no hay
forma de pasar la palabra como signo léxico, a la oración mediante el simple
recurso de extender la misma metodología a una entidad más compleja (…) la
distinción entre dos tipos de lingüística semiótica y semántica, refleja esta
red relaciones. La semiótica, la ciencia de los signos es formal en el mismo
grado en que se apoya en la disociación del lenguaje en partes constitutivas.
La semántica, la ciencia de la oración esta inmediatamente interesada por el
concepto de significado, al punto de que la semántica esta fundamentalmente
definida por los procedimientos integrantes de lenguaje (Ricoeur, 1995).
Creemos
en la inter y transdiciplinariedad, en la conjunción de diferentes visiones y
teorías del conocimiento, en adhesión al postulado: “la explicación científica es inconcebible
sin intercambios interdisciplinarios”. Tomamos
distancia del señalamiento jerárquico de un discurso sobre otro, o de
visualizar uno como contrapartida de otro, más ahora en tiempos de una profunda
complejización del conocimiento, nos parece arriesgado, ya que hemos analizado
anteriormente que según Peirce, sustenta
su teoría en una visión cosmológica del proceso semiótico-parafraseando a
Macnabb-; siendo necesario además, realizar una análisis riguroso y sistemático
respecto a lo que propone Ricoeur (1995), ya que en su mismas palabras “la
distinción entre semiótica y semántica es la clave para abordar el problema
total del lenguaje, y esta distinción requiere de un mayor refinamiento debido
a la existencia de la semiótica, contraparte moderna de la semántica” (p.22).
Marcel
Danesi al presentar a Sebeok, en el libro de este último titulado Signos: Una introducción a la Semiótica,
establece que los signos son la base del pensamiento humano y que sus orígenes
datan de Hipócrates en el ámbito de la sintomatología y la semiología médica.
Confirma también Danesi la importancia del interpretante en el proceso de la
semiosis, gracias a Peirce, agregando que la vida misma es la semiosis. Declara
también que la lengua es el último logro del proceso semiótico
transformacional, cuerpo-mente-cultura. La lengua es un medio efectivo para la
modernización del mundo, de acuerdo a Sebeok (Jofré,
1997).
En
la estructura tríadica de la actividad de los signos el significado no llega a
un fin estático, sino más bien se mueve por una cadena fluida de
enriquecimiento interpretativo, formando y congelando las regularidades
características de la categoría de la Terceridad [como se describió
anteriormente]. Es una visión reflejada en el célebre circulo hermenéutico,
donde la interpretación es entendida como un proceso continuo de reciprocidad
entre la parte y el todo que evoca una relación cada vez más generalizada y
definida entre los dos (Macnabb D. , 2001).
Peirce, ya temía acerca del
“idealismo semiótico completo e inmune a la influencia de la realidad bruta que intentamos conocer” y por eso escribió acerca del
pansemiotismo, analizando la esfera de la semiótica:
Para Peirce el modelo de correspondencia
representacional conduce ineluctablemente a la postulación de un “cosa en si” incognoscible que él
consideraba la fuente de todas las antinomias irresolubles de toda la
epistemología moderna. Peirce creía que la única solución a este problema del
círculo semiótico era la ampliación de su campo de operación. Debe “abarcar no
meramente el mundo de sujetos capaces de hablar y actuar sino la naturaleza
entera-abarcar la naturaleza y no solamente nuestra interpretación de la
naturaleza”. Desde luego esto podría verse como una forma más radical de
idealismo semiótico, sin embargo, la realización de esta visión continuum es la única manera en que
Peirce vio para evitar la problemática del marco
trascendental de Kant, (Macnabb D. , 2002 ).
Klaus Oehler reflexiona sobre esto
en el siguiente comentario:
La
semiótica de Peirce acomoda signos naturales y signos culturales, y por ende
puede explicar sistemáticamente la posición de los seres humanos en la cultura
y en la naturaleza, lo cual es más de lo que una teoría de la acción comunicativa puede lograr, Oehler (citado en
Macnabb, 2001, p.17).
Referencias
Barthes, R. (1971). Elementos de
Semiología. Madrid: Talleres gráficos Montaña.
Eco, U. (1992). Los límites de la
interpretación. Barcelona: Cambridge University Press.
Jofré, M. (05 de 11
de 1997). Redalyc. Recuperado
el 13 de 10 de 2011, de Estado del arte de la semiotica actual.:
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/352/35201010.pdf
Macnabb, D. (2001). Peirce y la
hermenéutica analógica de Maurice Beuchot. Analogía filosófica.,
157-169.
Macnabb, D. (2002 ). ¿Hasta dónde llegan
los signos? Peirce y Habermas. Analogía filosófica, 41-52.
Ricoeur, P. (1995). teoría de
laInterpretación: discurso y excedente de sentido. Mexico, D.F.: Siglo XXI.
Sebeok, T. (1996). Signos.Una
introduccion a la semiótica. Barcelona: Paidós.
Serrano, S. (1983). Semiótica-Una
introducción a la teoría de los signos. Barcelona : Montesinos.
Shannon, C. E. (Julio - Octubre de 1948). A Mathematical Theory of
Communication. The Bell
System Technical Journal, 27, 379-423.
Tobón, R. (2004). Estrategias
comunicativas en Educación. Hacia un modelo semio-pedagógico. Medellín:
Universidad de Antioquía.
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