sábado, 11 de mayo de 2013

Semiótica


Semiótica, Hermenéutica y Semántica

Existen dos principales tradiciones teóricas de la semiótica, la sajona y la europea. Ya desde 1966 en el Congreso de Semiótica de Urbino -su capital mundial- se determinó que en adelante el nombre general será Semiótica, ya que no son pocos los equívocos frente al concepto de Semiología. La semiótica contemporánea posee vitales perspectivas de estudio y aplicación como  argumenta al respecto Jofré (1997):
La semiótica es una inspiración de la filosofía moderna, inspirada en el conocimiento del lenguaje humano y la percepción acompañada por la apreciación de la semiosis y los procesos de significación que se incorporan al universo humano y al físico. También tiene la convicción la semiótica de que todos los fenómenos sociales y culturales tienen significado. La semiótica se propone como un proceso de comprensión de la experiencia humana misma mediada a través de signos, la semiótica podrá establecer afirmaciones acerca de los modelos del mundo, apuntando de esta manera a la relación entre los métodos (Durand, 1971) de indagación y las estructuras del ser (…) La semiótica es una empresa multidisciplinaria unificadora de líneas de pensamiento que enfoca diferentes tipos de estructuras, desde el punto de vista de la doctrina del signo y también es una filosofía de la mente. La cognición para la semiótica es una semiosis. En las tres últimas generaciones, en el último siglo, la semiótica ha tenido un gran desarrollo, y se ha concluido en que primero el ser humano tuvo una imaginación simbólica en su historia, luego una imaginación emblemática y finalmente ahora, una imaginación semiótica (p.7-9).

Peirce concibe el signo como una relación tríadica, como un “un primero que remite a un segundo, gracias a  la mediación de un tercero”, categorías definidas como primeridad, segundidad, y terceridad. Lo ontológico propio de todo cuanto existe - ser- es aprehendido semióticamente. Los tres términos constitutivos del signo [estructura tríadica], indisolublemente unidos y con igual grado de importancia, son nombrados, así: 1.el representamen; 2, el objeto; 3.el interpretante (Tobón, 2004).

Ahora bien un signo tiene, como tal, tres referencias: primero, es un signo a algún pensamiento que lo interpreta; segundo, es un signo para algún objeto al cual en ese pensamiento es equivalente; tercero, es un signo, en algún respecto o cualidad, lo cual lo trae en conexión con su objeto, Peirce (citado en Macnabb, 2002).
 
  La definición del signo como un ente complejo, va impedir que se reduzca su estudio a aspectos puramente formales, si bien la formalización siempre va a estar presente como una dimensión necesaria (…) El signo se entiende y se define, por ende, como una “relación tríadica que establece desde sí mismo al tomar el lugar de un objeto para un pensamiento interpretante” Restrepo (citado en Tobón, 2004) (…) Por definición,  el signo es un ser siempre incompleto que requiere de otro signo mediador o interpretante que va enriqueciendo su significación de manera inacabada. El signo nace cuando establece una primera relación con la realidad, pero no muere ahí. Esto justifica el proceso indefinido de la interpretación, que es, justamente, el trabajo de desciframiento del sentido que reivindica la hermenéutica (Tobón, 2004).
Los modelos elaborados en el ámbito de la lingüística sirvieron y siguen sirviendo a la semiótica como modelos de base: la dicotomía primordial saussuriana con la que la lingüística inicia su ruta científica, es la de lengua/habla, prolongada por Hjelmslev en la de sistema/proceso; el modelo del signo, elaborado por Saussure y proyectado por Hjelemslev a todos los ámbitos del sentido como plano de la expresión y plano del contenido, abiertos internamente en materia de la expresión y forma de la expresión, en materia del contenido y forma del contenido, superando con ese modelo el viejo y anquilosado esquema de «forma» y «fondo»; el modelo de paradigma/sintagma, o más ampliamente paradigmática y sintagmática de la lengua, que es extensible a todos los sistemas de signos y a los discursos que se construyen con ellos; el modelo de denotacion/connotación; el modelo de lenguaje-objeto/metalenguaje, etc (…) Greimas recurre a Merleau-Ponty y a su «fenomenología de la percepción» para elaborar la noción de sema figurativo; pero son las nuevas orientaciones de la semiótica tensiva las que más provecho obtienen de la fenomenología. El análisis del discurso en acto tiene que indagar primero la presencia de estesis en el campo discursivo; las «estesis» son esos momentos en los que surge la fusión entre el sujeto y el mundo sensible. La estesis proporciona el anclaje metodológico al acercamiento fenomenológico, puesto que se presenta en el texto como un encuentro con las «cosas mismas» -Husserl- (…)Pero toda «estesis» requiere una entidad que «sienta», y esa entidad que siente es el «cuerpo propio», categoría semiótica que J. Fontanille define como «la forma significante de una experiencia sensible de la presencia» (J. Fontanille). La categoría de la presencia es tomada igualmente de la fenomenología. La presencia es la propiedad mínima de la instancia de discurso, y la entidad mínima de la instancia de discurso es de nuevo el «cuerpo propio» (otra noción fenomenológica) (…) También la filosofía clásica aporta elementos decisivos a la nueva semiótica tensiva. De Kant (Crítica de la razón pura) procede el modelo del esquematismo, que el filósofo alemán elaboró para explicar las correlaciones que se establecen entre la imagen y el concepto. El esquema de los conceptos sensibles (como figuras en el espacio) es concebido por Kant «como un producto de la imaginación pura a priori, por medio del cual y a partir del cual, las imágenes son posibles y pueden ser enlazadas con los conceptos que ellas designan». La semiótica tensiva, conducida principalmente por Cl. Zilberberg y J. Fontanille (Tensión y significación) incorporan el esquema kantiano, transformándolo en esquema tensivo, el cual permite explicar la gradación continua de las valencias de intensidad y de extensidad que dan origen a los valores del campo tensivo (Blanco, 2006).


El lector pudo percatarse de la referencia a la hermenéutica y es que el proceso semiótico, como campo extendido de progresión analítico-sígnico, se apoya en diferentes disciplinas, saberes o teorías. Tobón (2004) explica la importancia de la unión entre semiótica y hermenéutica:
El proceso hermenéutico como tal es la esencia misma del proceso semiótico. No se puede concebir la tarea interpretativa por fuera de la definición misma de la significación, pues esta entraña, además del dispositivo formal –representamen- y del mundo real con el cual se articula y del cual hace referencia -objeto-, el interpretante, que en tanto mediación de un tercer componente sígnico, remite a un proceso inacabado de interpretación: la semiosis.  La disociación entre semiótica y hermenéutica, aparece solo allí donde se restrinja el objeto de la semiótica al campo de lo inmanente, de lo formal, y formalizable, lo cual ocurre, por lo general, en los modelos de corte estructuralista y en ciertas formas de difusión del saber semiótico (p.11).

No precisamos expresar la jerarquía o preponderancia entre una y otra disciplina, como lo hace  aproximadamente Paul Ricoeur (1995), en su lúcida obra Teoría de la Interpretación: discurso y excedente de sentido, expresando las diferencias entre la semántica y la semiótica:
  (…) legitimar la distinción entre semiótica y semántica como las dos ciencias que corresponde a los dos tipos de unidades características de lenguaje: el signo y la oración. Más aun estas dos ciencias no solamente son distintas sino que también reflejan un orden jerárquico. El objeto de la semiótica, el signo, es meramente virtual. Solamente la oración es real en tanto constituye el mismo acontecimiento del habla. Por eso no hay forma de pasar la palabra como signo léxico, a la oración mediante el simple recurso de extender la misma metodología a una entidad más compleja (…) la distinción entre dos tipos de lingüística semiótica y semántica, refleja esta red relaciones. La semiótica, la ciencia de los signos es formal en el mismo grado en que se apoya en la disociación del lenguaje en partes constitutivas. La semántica, la ciencia de la oración esta inmediatamente interesada por el concepto de significado, al punto de que la semántica esta fundamentalmente definida por los procedimientos integrantes de lenguaje (Ricoeur, 1995).

Creemos en la inter y transdiciplinariedad, en la conjunción de diferentes visiones y teorías del conocimiento, en adhesión al postulado: “la explicación científica es inconcebible sin intercambios interdisciplinarios”. Tomamos distancia del señalamiento jerárquico de un discurso sobre otro, o de visualizar uno como contrapartida de otro, más ahora en tiempos de una profunda complejización del conocimiento, nos parece arriesgado, ya que hemos analizado anteriormente que según Peirce, sustenta su teoría en una visión cosmológica del proceso semiótico-parafraseando a Macnabb-; siendo necesario además, realizar una análisis riguroso y sistemático respecto a lo que propone Ricoeur (1995), ya que en su mismas palabras “la distinción entre semiótica y semántica es la clave para abordar el problema total del lenguaje, y esta distinción requiere de un mayor refinamiento debido a la existencia de la semiótica, contraparte moderna de la semántica” (p.22).
Marcel Danesi al presentar a Sebeok, en el libro de este último titulado Signos: Una introducción a la Semiótica, establece que los signos son la base del pensamiento humano y que sus orígenes datan de Hipócrates en el ámbito de la sintomatología y la semiología médica. Confirma también Danesi la importancia del interpretante en el proceso de la semiosis, gracias a Peirce, agregando que la vida misma es la semiosis. Declara también que la lengua es el último logro del proceso semiótico transformacional, cuerpo-mente-cultura. La lengua es un medio efectivo para la modernización del mundo, de acuerdo a Sebeok (Jofré, 1997).
En la estructura tríadica de la actividad de los signos el significado no llega a un fin estático, sino más bien se mueve por una cadena fluida de enriquecimiento interpretativo, formando y congelando las regularidades características de la categoría de la Terceridad [como se describió anteriormente]. Es una visión reflejada en el célebre circulo hermenéutico, donde la interpretación es entendida como un proceso continuo de reciprocidad entre la parte y el todo que evoca una relación cada vez más generalizada y definida entre los dos (Macnabb D. , 2001).
Peirce, ya temía acerca del “idealismo semiótico completo e inmune a la influencia de la realidad bruta que intentamos conocer” y por eso escribió acerca del pansemiotismo, analizando la esfera de la semiótica:
  Para Peirce el modelo de correspondencia representacional conduce ineluctablemente a la postulación de un “cosa en si” incognoscible que él consideraba la fuente de todas las antinomias irresolubles de toda la epistemología moderna. Peirce creía que la única solución a este problema del círculo semiótico era la ampliación de su campo de operación. Debe “abarcar no meramente el mundo de sujetos capaces de hablar y actuar sino la naturaleza entera-abarcar la naturaleza y no solamente nuestra interpretación de la naturaleza”. Desde luego esto podría verse como una forma más radical de idealismo semiótico, sin embargo, la realización de esta visión continuum es la única manera en que Peirce vio para evitar la problemática del marco trascendental de Kant, (Macnabb D. , 2002 ).
 
Klaus Oehler reflexiona sobre esto en el siguiente comentario:
La semiótica de Peirce acomoda signos naturales y signos culturales, y por ende puede explicar sistemáticamente la posición de los seres humanos en la cultura y en la naturaleza, lo cual es más de lo que una teoría de la acción comunicativa puede lograr, Oehler (citado en Macnabb, 2001, p.17).


Referencias

Barthes, R. (1971). Elementos de Semiología. Madrid: Talleres gráficos Montaña.

Eco, U. (1992). Los límites de la interpretación. Barcelona: Cambridge University Press.

Jofré, M. (05 de 11 de 1997). Redalyc. Recuperado el 13 de 10 de 2011, de Estado del arte de la semiotica actual.: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/352/35201010.pdf

Macnabb, D. (2001). Peirce y la hermenéutica analógica de Maurice Beuchot. Analogía filosófica., 157-169.
Macnabb, D. (2002 ). ¿Hasta dónde llegan los signos? Peirce y Habermas. Analogía filosófica, 41-52.

Ricoeur, P. (1995). teoría de laInterpretación: discurso y excedente de sentido. Mexico, D.F.: Siglo XXI.

Sebeok, T. (1996). Signos.Una introduccion a la semiótica. Barcelona: Paidós.

Serrano, S. (1983). Semiótica-Una introducción a la teoría de los signos. Barcelona: Montesinos.

Shannon, C. E. (Julio - Octubre de 1948). A Mathematical Theory of Communication. The Bell System Technical Journal, 27, 379-423.

Tobón, R. (2004). Estrategias comunicativas en Educación. Hacia un modelo semio-pedagógico. Medellín: Universidad de Antioquía.


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